La antropología humanista de Carmelo Lisón
Gaspar Mairal Buil
El pasado 17 de marzo los medios de comunicación y entre ellos el Heraldo de Aragón, informaron del fallecimiento en Madrid de Carmelo Lisón Tolosana, insigne antropólogo español y natural de la Puebla de Alfindén. Las necrológicas y reportajes que fueron publicados en días sucesivos hicieron hincapié en su biografía aludiendo también a algún aspecto de su obra. Transcurrido ya un tiempo desde esta fecha, me ha parecido que era el momento de hacer un balance, si bien breve, de su obra y de la importancia que ésta tiene para las Ciencias Sociales españolas y en general para la Antropología Social.
La Antropología de Lisón tiene para empezar una radical fundamentación etnográfica, al concebirla como una reconstrucción imaginativa del encuentro entre un "yo" y un "otro" que sólo se puede alcanzar tras un exigente y concienzudo trabajo de campo, porque, como él mismo escribe: "En el trabajo de campo tenemos conciencia de la alteridad; no fabricamos los hechos ni inventamos los sucesos que hemos vivido, los encontramos, nos topamos con ellos". Esta concepción de la etnografía, empírica y experiencial al mismo tiempo, puede ser suscrita por un buen número de antropólogos y era casi artículo de fe, cuando, como en mi caso, éramos estudiantes de Antropología Social y Lisón era el más destacado de nuestros profesores. Pero al final la originalidad de Lisón no fue otra que la de haber rebasado esta manera de entender la etnografía para, sin renunciar a ella, llevarla a otras dimensiones más sofisticadas. En su caso esta dimensión fue la historia. Si la etnografía se elabora en contacto con las gentes en su vivir cotidiano, Lisón también la convirtió en una convivencia personal con el documento, el libro, el texto histórico o la obra de arte, tratándolas en sus contextos plurales y buscando el diálogo con ellas. Así lo hizo en La fascinación de la diferencia. La adaptación de los jesuitas al Japón de los Samurais 1549-1592, un libro que fue publicado en 2005. Aquí Lisón da vida propia a las cartas remitidas al superior de la Compañía en Roma por los tres primeros superiores de los jesuitas en el Japón de la segunda mitad del siglo XVI: Francisco Javier, Cosme de Torres y Alessandro Valignano. Los tres trasmiten en sus cartas el gran asombro que les produce la enorme diferencia que observan entre la cultura japonesa y la propia, dando cuenta de sus esfuerzos para adaptar la predicación cristiana a este nuevo "otro", tan impactante para las miradas de tres europeos. Fascinación es el sentimiento que recorre estas páginas y el mismo Lisón nos ilustra señalando que esta reacción resulta insólita en el encuentro de unas culturas con otras, tal como se ha venido producido a lo largo de la historia. Al final podemos destacar que la obra de Lisón es la más fundamental que se ha producido en España a la hora de hacer algo que sólo los más avispados historiadores han sugerido: "antropologizar la historia". La historia ya no es el relato que reconstruye el pasado, sino que es pura y simplemente la realidad, una realidad que no separa el pasado del presente y del futuro. Lisón no produce historia sino que describe e interpreta la cultura, haciendo así antropología, en el único lugar donde ésta puede encontrarse, en la historia concebida como realidad. Gracias a su etnografía lo que consigue es colocar, con una gran fuerza y enorme verosimilitud, al sujeto vivo en la historia.
La Santa Compaña. Fantasías reales. Realidades fantásticas fue publicado en 1998 y bien pudiera ser su obra maestra. A partir de la amplia e intensa etnografía que desarrolló en Galicia, dedica este libro a una de las creencias peculiares del mundo rural gallego: la Santa Compaña. En este caso el estudio de Lisón es todo un tratado de epistemología que se basa en datos empíricos tomados in situ en sus muchas entrevistas con aldeanos gallegos y especialmente con aquellos que afirmaban haber visto a los difuntos de la parroquia desfilando como espectros en la noche. ¿Qué es la realidad? Esta es la pregunta, de una magnitud extraordinaria, que centra el significado de este libro y en la que se aprecia la influencia del filósofo napolitano del siglo XVII Giambattista Vico. Para estudiar la creencia en la Santa Compaña Lisón desarrolla una "epistemología tolerante" en la que la verdad y la realidad sostienen una relación polivalente, pues toda realidad, como la Santa Compaña, puede contener una pluralidad de verdades, hay verdades que van más allá de la realidad y hay realidades plurales o clases de realidad. La Santa Compaña es una creencia que desafía en su vivencia por parte de campesinos gallegos, las fronteras clásicas entre la realidad y la fantasía y es en esta extraordinaria creación cultural donde Lisón puede observar "fantasías reales" y "realidades fantásticas". Los humanos producimos verdades y éstas residen en nuestros actos. Interpretar de forma "real" y "verosímil" es tanto como acceder a alguna de estas verdades a partir de una experiencia, etnográfica en este caso, de la realidad. La etnografía debe ser combinada con una epistemología experiencial y en los términos de Lisón "tolerante".
De acuerdo con esta epistemología "tolerante" no podemos alcanzar la realidad para poseerla, pero sí podemos crear realidades imaginadas, pues imaginar es lo más propio de la creatividad humana, si queremos obtener una verdad acerca de algo también humano que nos parece valioso. La mentalidad del humanista es esencialmente creativa al reconocer la misma creatividad en sus semejantes. El humanismo nace de la voluntad de comprender el conjunto de la creatividad humana de forma transversal. Este universo cultural que produce la creatividad humana, tan inmensamente rico y variado en productos culturales, sea una novela, un ritual, la devoción a una reliquia y tantas y tantas otras cosas, hace posible y necesario un conocimiento que pueda captar sus dimensiones heterogéneas y sus contradicciones. La Antropología humanista, tal como Lisón la entendió, persigue la cualidad de las cosas y busca trascender la realidad empírica, que sin duda existe, pero a la que pretende extraer dimensiones que escapan a un análisis científico canónico.
Termino ya con una cita de Lisón que viene a resumir a la perfección su manera de concebir la Antropología Social: "El antropólogo es esencialmente explorador de la ilimitada capacidad humana para dotar de significado y conferir valor a virtualmente todo. Moramos en una densa floresta de significados y valores, habitamos en el mundo de las intenciones, vivimos en el reino de los fines, residimos en una palabra, en un universo cultural". La antropología de Lisón es un magnífico ejemplo para observar cómo un científico social asumió los principios básicos del humanismo y los puso en práctica en su dilatada investigación sobre la cultura.roduce un texto aquí...