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Patinir (1480-1524) y la invención del paisaje

Gaspar Mairal Buil

En la búsqueda de una  "teoría" o proposición sobre el paisaje  me voy a dirigir hacia la pintura en una época, el primer tercio del siglo XVI, en el que nace una imagen que será denominada propiamente "paisaje". El término "paisaje" parece haber surgido hacia finales del siglo XV, es el "landschafft" alemán al que ya se refiere Durero o el holandés "landscap" usado para referirse a los fondos de un retablo de la iglesia de San Bavo en Harleem en 1490. Todo parece indicar que el paisaje fue un producto del norte de Europa ya que el "paysage" francés no aparece hasta entrado el siglo XVI. En sus Diálogos de Roma de 1540 Francisco de Holanda le atribuye a Miguel Ángel la siguiente definición de lo que los flamencos "llaman paisajes": " casuchas, verdores de campos, siluetas de árboles, y ríos y puentes". [1] Parece que por aquel entonces el paisaje no formaba parte de los géneros que prevalecían en la pintura italiana y el tono atribuido a Miguel Ángel es sin duda irónico. Lo cierto es que durante mucho tiempo los grandes pintores paisajistas, fueron flamencos y sobre todo holandeses desde Patinir a Brueghel pasando por Avercamp, Van Ruysdale o Van Goyen. Tampoco en España hubo paisajismo hasta mucho después, si bien el gusto por estas pinturas ya indujo a Felipe II a hacerse con buenos paisajes flamencos de la mano de El Bosco, Patinir o Brueghel.

He tenido la gran suerte de que en las mismas fechas en las que comenzaba a reflexionar acerca del paisaje y a escribir estas líneas, el Museo del Prado inauguraba una exposición que venía a reunir las principales obras del pintor flamenco Joachim Patinir (ca. 1480-85/1524). Siendo ésta la ocasión en la que más obras de Patinir han sido reunidas para una exposición, la visita era ineludible. Durante años he contemplado asiduamente la colección de Patinir que atesora el Prado y que es sin duda la mejor del mundo. A ella hay que añadir alguna obra más que se guarda en El Escorial y que componía con las anteriores la extraordinaria colección que llegó a reunir Felipe II, gran admirador de la obra de este pintor que ya adquirió cierta fama en su época. ¿ Qué tiene la pintura de Patinir para que se la considere como el comienzo del paisaje pictórico?. Creo que los organizadores de esta gran exposición han partido de esta pregunta y han juntado todos estos cuadros, casi toda la obra que se conserva hoy de este artista, para responderla. Cierto que a todo esto hay que añadir un magnífico catálogo editado por Alejandro Vergara y en el que grandes especialistas abordan diversos aspectos de la pintura de Patinir.

Se suele considerar a este enigmático pintor, del cual no se sabe mucho, como el "inventor" del paisaje en la pintura, pues en casi todas sus obras, que responden a un patrón muy semejante, la escena temática que las protagoniza adquiere un tamaño reducido frente a la amplitud del fondo paisajístico. Por esta razón sus obras han sido tituladas casi siempre como " Paisaje con.....". El Paisaje con San Jerónimo (1516-1518)  del Museo del Louvre es uno de los modelos que el propio artista repitió bastantes veces y actualmente se conservan hasta media docena de tablas con este mismo tema.



[1] He tomado esta últimas referencias del ensayo Patinir y las representaciones paisajísticas en Flandes de Catherine Reynolds que publica el catálogo de la gran exposición sobre Joachim Patinir organizado en el año 2007 por el Museo Nacional del Prado. Pp. 97-133

Fig. 1 El paisaje con San Jerónimo
Fig. 1 El paisaje con San Jerónimo

 Esta técnica compositiva, una escena que centra la imagen con un paisaje al fondo, era común en la pintura flamenca y alcanzó su culminación en pintores contemporáneos de Patinir como Gerard David en su Bautismo de Cristo (1503-1508) del Groeninge Museum de Brujas. No obstante podemos ver cómo Patinir usando esta misma composición la altera al reducir el tamaño de la escena central en un proceso que será progresivo en cuadros sucesivos. El Paisaje con el bautismo de Cristo (1521-24)  del Kunsthistorisches de Viena sigue la línea trazada por David pero ya se observa la preeminencia paisajística que irá poco a poco restando protagonismo a la escena central.





 El "descanso en la huída a Egipto" es un tema que se repite en la pintura de Patinir y no hay más que comparar, sin salir de Madrid, la tabla del Prado con la del mismo tema que se encuentra en la galería Thyssen-Bornemisza, para ver esta evolución. 

El paisaje nacería en la pintura de Patinir para convertirse en el protagonista de una imagen. La pintura flamenca del siglo anterior nos muestra un tratamiento sensiblemente distinto en la composición de escenas religiosas o retratos. Hay un fondo que ilumina la acción o conforma la representación de un escenario histórico, como sucede en los innumerables calvarios o viene a configurar un contexto secundario como las ventanas abiertas que es uno de los que más se reiteran. Desde luego que siempre se trata de fondos que contextualizan una narración o un personaje. Tres ejemplos bien característicos podrían ser La Virgen del canciller Roulin de Jan Van Eyck, donde tras una galería hay una vista, al fondo del cuadro, que es más grande de lo habitual y da luz y profundidad a un escena central cuyo tema es la ofrenda a la Virgen con el niño, por parte del personaje, el canciller Roulin, que la protagoniza. La Piedad de Van der Weyden es una obra muy representativa en la construcción de un escenario, aunque también hay en ella un cierto naturalismo que se refleja bien en un magnífico cielo. El efecto de la ventana resulta evidente en la Virgen con el niño de Robert Campin,  también conocido como el maestro de la Flémalle, y donde el detallismo y la preferencia por los grandes edificios urbanos, tan de los Países Bajos, predominan. 

1. Jan Van Eyck.- La virgen del canciller Roulin   2. Rogier van der Weyden.-  La Piedad   3. Robert Campin.- Virgen con el niño  4. Robert Campin.- Ventana ( Detalle del cuadro anterior)

Este fue el estilo que Patinir desbordó al transformar lo que antes había sido un fondo en el motivo central y a las escenas, en su mayor parte religiosas, que eran antes el motivo central en lo que llegará a convertirse progresivamente en una anécdota o en un detalle. Este cambio ya fue bien comprendido en su época y quienes seguían a Patinir y aplicando un evidente sentido del humor, siempre buscaban en sus cuadros al "kraker" o personaje que estaba haciendo sus necesidades. Otros pintores posteriores, como Brueghel o Avercamp, ampliaron mucho este detallismo hasta componer complejos paisajes repletos de pequeñas escenas anecdóticas.

¿Qué es el paisaje en la pintura de Patinir? Creo que ésta es la pregunta fundamental que nos interesa para tratar de comprender un tipo de mirada que rebasando el mundo de la pintura, donde sin duda nació, ha llegado a ser parte esencial de la mirada moderna. Me gustaría proponer alguna interpretación a partir de uno de los mejores cuadros de Patinir, por lo menos es mi favorito, el Paisaje con las tentaciones de San Antonio Abad (1520-24)  y que se encuentra en el Museo del Prado.

La autoría de este cuadro parece compartida con Quentin Massys, pues como en alguna otra ocasión, este artista debió realizar las figuras que componen la escena central. La notoria elevación de la línea del horizonte exhibe el canon del paisaje de Patinir como un espacio que ha ganado ya mucho terreno. La perspectiva caballera aplicada a la escena protagonizada por San Antonio y las jóvenes que lo tientan, obedece a la necesidad de alcanzar mayor profundidad elevando la vista del espectador para que pueda penetrar mejor hacia el horizonte ganando así detalles como un lago, bosques, molinos, casas, puentes o pequeñas escenas secundarias en la propia historia de San Antonio Abad como el ataque de los demonios en el centro o las tentaciones de la reina y tres jóvenes que surgen del río semidesnudas en el extremo derecho. La postergación de los temas frente al paisaje hizo que éstos se fueran trivializando, perdiendo solemnidad, hasta convertirse más tarde, ya en el siglo XVII, en parodias. Veámoslo aquí en la propia escena central que sugiere cualquier cosa menos un hecho protagonizado por un santo. Una pequeña figura simiesca tira de una cinta que sobresale de la propia ropa de San Antonio, lo cual aumenta, como en la pintura de El Bosco o Brueghel, la impresión satírica que uno obtiene con la atenta contemplación de estos detalles.de Prado. 


Patinir era un experto que ya poseía una mirada especializada en contemplar la naturaleza y dicha mirada, semejante a un canon, poseía unos patrones establecidos para ordenarla. Este artista lograba esto gracias a las novedades técnicas que introdujo en la composición de sus cuadros, en la perspectiva que usaba con puntos de fuga muy elevados y con la distribución pautada del color en ocres, verdes y azules que muchas veces, como en este cuadro, se superponían fundiéndose de un modo suave. Los azules de Patinir han sido considerados a veces, junto a los de Velázquez, como los mejores de la historia de la pintura. Gracias a estos azules creó la sensación de la lejanía en un horizonte de suaves montañas que se iban difuminando al mezclarse poco a poco con el fuerte azulado del cielo. El efecto final venía a ser como un fundido. El paisaje, al modo de Patinir, rápidamente se convirtió en un género pictórico de amplia extensión y con muchos cultivadores como Brueghel en este Paisaje con la recogida del heno  realizado en 1587. 



Si hacemos una comparación entre Patinir y los pintores flamencos del período anterior que mantenían el canon compositivo que daba protagonismo a un escena, generalmente de carácter religioso, veremos que éste va empequeñeciendo las escenas y a las figuras que las componen a la vez que va aumentando el papel o la importancia de la mirada del artista. La pintura de figuras y escenarios situaba al artista en el anonimato ya que no había otro protagonismo si no el de aquellos personajes que concentraban todas las miradas en el centro de la representación. Sin embargo, el artista resultaba ser inexistente en relación a la imagen que él mismo había creado. La necesidad de tener alguna presencia y adquirir cierto protagonismo en la representación pictórica, sí era sentida con fuerza por quienes encargaban y pagaban las pinturas. Uno de los ejemplos más contundentes es La Virgen del Canciller Roulin de Jan Van Eyck y en el que este individuo que encargó y debió pagar el trabajo del artista, aparece en el propio cuadro ocupando tanto espacio como la Virgen con el niño. En otros casos, más habituales, los llamados "oferentes" eran representados a un tamaño inferior al de las figuras que protagonizaban la escena. Hoy hemos llegado a valorar extraordinariamente a los grandes pintores flamencos que fueron, sin lugar a dudas, los grandes maestros de la representación escenificada como Jan Van Eyck, Rogier Van der Weyden o Gerard David, entre otros. Nos parecen artistas de tanta o más categoría que el mismo Patinir. Su fama creció entonces a partir de las grandes obras que realizaban para las iglesias o para los nobles y reyes que las ofrecían. Sin embargo, carecían de un "yo" reconocido pues si bien eran valorados como grandes en su portentosa imaginación, en su delicada manera de representar las emociones más hondas, en su capacidad para crear efectos dramáticos de una fuerza inusitada o en su gran habilidad para narrar episodios religiosos mediante imágenes, no se reconocía en ellos una mirada propia. Tiempo después los expertos valoraron las grandes innovaciones técnicas que estos pintores introdujeron, desde la invención de la pintura al óleo a la perspectiva y en las que se forjó la propia pintura de Patinir. Joachim Patinir que apenas pintó trípticos y retablos y que parecía huir de la gran representación escenificada, pues aún cuando recibió encargos de esta naturaleza, debió alterarlos de alguna manera, ya que sus obras exhiben innumerables ejemplos de esta especie de discreta subversión del encargo que han practicado muchos artistas a lo largo de la historia. Por su parte si usó con mucha frecuencia telas o maderas de forma rectangular que se convertirían en el formato clásico del paisaje y casi podríamos decir que de la pintura, con la excepción del retrato, durante mucho tiempo. Todos estos detalles que guardaban relación con la práctica en la Europa del siglo XVI del oficio de pintor, que ya se nutría entonces de un nuevo conocimiento experto al que no eran ajenas ni las matemáticas ni la anatomía, rodean al hecho fundamental que a mí me interesa destacar: que con Patinir nace una mirada del "yo" dirigida hacia la naturaleza y que se expresa en el paisaje hecho imagen.