- Podemos o el gran camuflaje (nuevo)
Gaspar Mairal Buil
(Publicado en Heraldo de Aragón el 14 de marzo de 2018)
Podemos es en España un buen ejemplo de la reconversión teórica que experimentó la ideología marxista una vez que, a finales del siglo XX, desapareció la URSS
Marx siempre sostuvo que el fin del capitalismo, la revolución social y la sociedad sin clases bajo el socialismo serían la consecuencia de una ley del desarrollo histórico que él habría descubierto. Si Darwin había descubierto desde las ciencias de la naturaleza las leyes básicas de su evolución, Marx pensaba que él había descubierto las que a su vez regían la de la sociedad y así nunca entendió su doctrina como un pensamiento ético ni como una ideología humanitaria. La revolución era inevitable porque una ley histórica conducía ineludiblemente a ella. El tiempo fue demostrando que lo que Marx y sus continuadores hicieron realmente fue sentar las bases de una ideología que se asemeja bastante a una religión, es decir, la fe ciega en el advenimiento de un paraíso en la tierra. El fin de la Unión Soviética acabó con la credibilidad del marxismo-leninismo como teoría e ideología. A partir de entonces los marxistas tuvieron que trasmutar su pensamiento revolucionario y acudieron a múltiples fuentes para disfrazarlo.
A finales del siglo XX las sociedades capitalistas occidentales, abiertas y democráticas, eran un hervidero de nuevas ideas y corrientes de pensamiento en relación con la conservación de la naturaleza, la liberación de la mujer, la igualdad racial, los derechos de las minorías, la revolución sexual, la contracultura o la música popular; y todos estos movimientos, y otros muchos más, conformaron nuevas expresiones culturales que adoptaron a veces la forma de subculturas. En estas circunstancias, un pensador comunista como el italiano Antonio Gramsci, dotado de un aura heroica pues murió en las cárceles fascistas de Mussolini, se puso de actualidad al haber teorizado, de una forma original dentro del pensamiento marxista, sobre la importancia de la cultura en la transformación del capitalismo y en la construcción de la llamada sociedad sin clases. Frente al economicismo clásico del pensamiento marxista, Gramsci no de[1]jaba de ser una novedad. Cuando el marxismo-leninismo y aun el marxismo más clásico parecían antiguallas, otros pensadores empezaron a substituir a los clásicos; fue el caso de Nietzsche o Freud y otros más actuales, como Foucault, Derrida, Lacan o Deleuze, etc. Incluso un filósofo con un pasado nazi como Heidegger resultó ser una nueva inspiración gracias a Jean-Paul Sartre.
Hoy en España esta curiosa amalgama está bien
representada por Podemos; y, aunque disimulen su trasnochada ideología marxista-leninista
por conveniencia, no cabe duda de que la tienen. Ahora el viejo comunismo de
siempre aparenta ser mimético –ellos mismos lo han llamado 'transversal' y
Chávez lo bautizó como 'socialismo del siglo XXI'– y esto significa que a él
pueden adherirse
muchos tipos distintos de personas, ya que interpreta una gran variedad de
melodías. El problema es cómo armonizar tantas melodías distintas y aquí es donde
interviene la 'cúpula', es decir, sus dirigentes, bien conocidos, son los que desde 'arriba', como el director de una orquesta que controla
todos los grupos de instrumentos para darles la entrada en el momento oportuno,
dirigen el concierto. Lógicamente, para hacer esto deben manejar las claves
fundamentales de la partitura. Para mí estas claves son: el relativismo o
incluso el cinismo (todo vale con tal de alcanzar nuestros objetivos), su
desprecio por la historia ('adanismo' lo llaman algunos o, dicho de otra manera,
'todo empieza con nosotros') y el victimismo (todos nosotros somos víctimas de
algo). Cierto es que con José Luis Rodríguez Zapatero ya tuvimos un aperitivo
ideológico para lo que vendría después con Podemos. Este es el gran camuflaje y
gracias al que han conseguido atraer a miles de votantes de muy diversa
procedencia. Su objetivo final es de nuevo la toma del 'Palacio de Invierno',
aunque piensan que todavía les queda un largo camino por recorrer y que en este
trayecto les irá mejor si se presentan como adalides de todas las causas
imaginables, desde el ecologismo a la denuncia de la corrupción, del
nacionalismo al feminismo, del animalismo al cambio climático, del pacifismo al
multiculturalismo, etc. Siempre se podrá proclamar que hay más y más víctimas a
las que defender; y eso, a pesar de que en la mayoría de los casos no se sepa
bien de qué o de quién son realmente víctimas. Hay que 'asaltar los cielos'
siguiendo la estela del camarada Iván Illich y, mientras llega ese día, corroer
los fundamentos de la democracia hasta conseguir que se derrumbe. Podemos, tras
haber llegado a la cúspide de su influencia, parece que poco a poco está
descendiendo de ella, afortunadamente.