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Tres fusilamientos en la pintura (Goya, Manet y Picasso)


El contexto histórico de Los fusilamientos del 3 de mayo que fue pintado por Goya cuando ya había concluido la guerra de Independencia, es el del levantamiento de la población madrileña contra las tropas de Napoleón Bonaparte el 2 de mayo de 1808. Al día siguiente un buen número de madrileños que habían participado en la rebelión, son ejecutados en la montaña del Príncipe Pío, en las afueras del Madrid de entonces. Goya pinta en un gran lienzo la escena de una ejecución por fusilamiento. Podemos ver que ante el piquete compuesto por uniformados, van desfilando los reos que reciben una descarga al encontrarse frente a los fusiles que les apuntan. La composición resulta extraordinaria y se organiza alrededor de un gran farol encendido, que da luz a esta escena nocturna y al propio cuadro. Destaca especialmente la figura de un hombre con los brazos y las manos abiertas y que exhibe el horror en su rostro. El blanco intenso de su camisa viene a ser unos de los hallazgos fundamentales en esta obra, si no el fundamental, pues fuerza un contraste violento con la obscuridad de la noche y la escasa luz que proporciona el farol. Para Goya este fusilamiento, que él no presenció, era un acto especialmente dramático y terrible. La sustancia de este hecho y en este caso su verdad, la plasmaría Goya de forma inmediata, directa, incluso brutal. Los reos que ya han caído bajo los disparos, sangran tendidos en el suelo, un fraile parece rezar y otros hombres que esperan su turno, se tapan sus rostros con las manos para no presenciar todo el horror que tienen ante sí. Junto a esto, los soldados franceses no muestran sus rostros, son seres anónimos cuyas figuras se difuminan. Al fondo se divisa tenuemente algún edificio y la torre de una iglesia. Tras los fusilados sólo hay a la vista un terraplén. Todos estos detalles vienen a indicarnos que el cuadro representa una escena sin contexto, pues el poco que hay apenas se ve y los soldados franceses son figuras impersonales que cumplen órdenes de alguien que por supuesto no aparece para nada en la pintura. Goya quiso ir a la sustancia como verdad del acto y por eso se detuvo en las víctimas y en su terror, construyendo en imágenes el dramatismo terrible de lo que estaba sucediendo. Para conseguir esto reforzó hasta el máximo el expresionismo de su estilo.


Fusilamientos del 3 de Mayo (Goya)
Fusilamientos del 3 de Mayo (Goya)

Esta obra maestra de Goya ha tenido dos réplicas importantes en la historia de la pintura y por parte de dos artistas que conocían bien el museo del Prado que es donde se conserva. Se trata de Edouard Manet y su Fusilamiento de Maximiliano (1869) y Pablo Picasso con Masacre en Corea (1951). El primero de ellos representa el fusilamiento de Maximiliano de Austria, autoproclamado emperador de México y que fue ejecutado en ese país en 1867. Picasso al tiempo que se desarrollaba la guerra de Corea con la participación del ejército norteamericano, junto con otros aliados, quiso dar réplica al cuadro de Goya mediante esta obra. La obra de Manet es especialmente rígida en las posturas de sus personajes y la actitud de estos hace que más parezca un simulacro. No hay dramatismo en el acto de fusilar a tres personas. En mi opinión el acercamiento de Manet al fusilamiento de Maximiliano fue sobre todo costumbrista y esto nos lo muestra el contexto del hecho que es objeto de representación. Así el fondo del cuadro es una tapia y por encima de ella asoman las cabezas de un grupo de curiosos. Por otra parte, el propio Maximiliano, que está siendo fusilado, cubre su cabeza con un enorme sombrero típico mejicano. Cabría interpretar que la mirada de Manet era la de un europeo que veía en México un lugar exótico y curioso, al que había ido a parar, por voluntad de Napoleón III, un príncipe europeo desgraciado. No hay en definitivo ningún dramatismo en la escena y el artista más que la sustancia o verdad del hecho, contempla con la curiosidad propia de un europeo algo que le parece exótico. 


Fusilamiento de  Maximiliano I (Manet)
Fusilamiento de Maximiliano I (Manet)

Pablo Picasso también se inspiró en la composición de Goya situando en la parte derecha del cuadro una fila de soldados que están prestos a disparar a un grupo de civiles entre los que hay mujeres y niños. Es evidente que este cuadro lo debe todo a la ideología política de Picasso, que le llevó a militar por un tiempo en el Partido Comunista. En Masacre en Corea late un evidente antiamericanismo, pero en el propio cuadro no hay ningún elemento de identificación que nos lo indique. Esto quiere decir, a diferencia de los dos ejemplos anteriores, que este cuadro no es histórico o testimonial sino una ficción y no nos remite a ningún fusilamiento determinado que hubiese acontecido. En mi opinión hay dos cosas que predominan en esta obra, la ideología por una parte y el formalismo por otra. El cuadro, como tal, no nos aporta ningún sentimiento de horror ante el fusilamiento de un grupo de seres humanos y sólo su título nos sitúa ante lo que el lienzo pretende decir. Esta actitud ya estaba presente en la pintura de Picasso y con el discurrir del tiempo se ha convertido en algo corriente en el arte de nuestros días, esto es, que el autor nos explique mediante un relato, aunque sea breve, lo que pretende decir ya que sabe que su obra, por sí misma, no dice nada. De hecho y como le ocurre a Picasso en este caso, al artista sólo le interesaba crear o desarrollar nuevas formas que resultasen originales e innovadoras, nada más.


Fusilamientos de Corea (Picasso)
Fusilamientos de Corea (Picasso)